La idealidad es el conjunto de intrínsecos valores intelectuales,morales o estéticos estimados como conformes a las más altas aspiraciones de una persona o colectividad,y también propuestos como las grandes metas que se deben alcanzar en el desideratum del futuro humano y social.En este sentido,para una colectividad sería aquel modelo que correspondiera a lo que considerara perfecto.

Esta idealidad habría que contemplarla como algo objetivo y no como una propensión subjetiva a idealizar las cosas por la aptitud que tiene la imaginación humana para ello.Hay escuelas filosóficas que vienen a decir que el ser no tiene más entidad que la que nosotros mismos le otorgamos al pensarlo,aduciendo para ello que no hay realidad ninguna independiente del pensamiento,siguiendo la doctrina de Platón en su obra El Fedón,entre otras,y de la enorme estela de pensadores que le siguieron a lo largo de la Historia de la Filosofía.

Así pues,conviene distinguir entre idealidad,como algo objetivo,del proceso sicoanalítico por el cual el objeto del deseo se encuentra engrandecido en lo imaginario e investido por el sujeto de cualidades que no posee objetivamente.

La idealidad proviene de la ideación,la facultad suprema del ser racional,que es el conjunto de fenómenos sicológicos complejos resultantes de la elaboración de las ideas.

La realidad,en un concepto simple,sería lo que es efectivo,lo que tiene valor práctico,lo que tiene una existencia física. Filosóficamente,sería lo que se puede conocer a través de la experiencia sensible,de carácter contingente.Estos dos conceptos,hasta cierto punto,si no completamente antitéticos,sí al menos están situados en dos planos muy distintos y se podrían extrapolar ejemplificándolos al mundo actual que nos toca vivir.

En este sentido, nos encontramos con la realidad actual que está muy distante de la idealidad de un mundo sin fronteras,sin discriminaciones por el origen o lugar de nacimiento,sin las dramáticas carencias que viven muchas personas por estos motivos.Y así resulta que en estos momentos somos como apenados espectadores de piedra de tremendos sufrimientos de gentes que huyen de guerras cuando no de las penurias de condiciones infrahumanas.